No te ciegues...(y tendras vision)

jueves, 24 de mayo de 2007

Edward Bach


Edward Bach naciò el 24 de septiembre de 1886 en Moseley, un pueblo enclavado en el verde campo de Galles, Inglaterra. Curioso y reflexivo, al pequeno Edward le gustaba perderse silenciosamente en la observaciòn de la naturaleza que lo rodeaba, y nos gusta pensar que desde entonces se quedara como escuchando las mil voces misteriosas de los àrboles, de las flores, de los arroyos que aùn hoy atraviesan su tierra. Voces que le hablaban de equilibrio, serenidad y belleza.

Su decisiòn de ser médico, para ocuparse del sufrimiento de los seres humanos, fue precoz. Estudiò en la cercana universidad de Birmingham, se recibiò en 1912 e iniciò su pràctica clìnica en Londres. Los primeros anos de trabajo estuvieron caracterizados por un gran entusiasmo y por el deseo, que nunca abandonò, de hacer aùn màs, de ir màs allà, experimentando nuevos caminos. El nino curioso y reflexivo se habìa vuelto un adulto que seguìa observando el mundo y haciéndose mil preguntas, sin desalentarse, aùn cuando no encontraba las respuestas.

El joven mèdico pensaba que la medicina tradicional fuese demasiado mecànica. Una ciencia incapaz de tomar en consideraciòn el ser humano en su entereza. El hombre no es una màquina, con engranajes que van lubrificados y sustituìdos, el hombre es un ser complejo en el que la mente y el cuerpo no pueden tomarse por separado, en el que cada singular aparato se relaciona con todo el resto. Cada hombre tiene su historia, emociones, sensaciones, suenos y necesidades que no se pueden ignorar. Y sin embargo la atenciòn de sus colegas y del mundo académico estaba siempre dirigida solo a la enfermedad.

Para Bach no quedaban dudas: lo que debìa ser curado era el ser humano en su complejidad. No era suficiente conformarse con tamponar los sìntomas.
En julio de 1917, después de anos de trabajo duro a causa de la primera gerra mundial, Bach fue operado de urgencia. El diagnòstico es terrible: le dan sòlo tres meses de vida a causa de un tumor en el bazo, ya extendido. De frente a la perspectiva de una muerte inminente, Bach reaccionò como cualquier otro ser humano: cayò en una profunda depresiòn, de la cual saliò alimentàndose de energìas inesperadas. Si tenìa que morir, no habìa tiempo que perder, tenìa muchas cosas para hacer, tenìa que estudiar y experimentar.

Se concentrò en el trabajo. pasaron tres meses, cuatro, cinco... sus colegas lo miraban estupefactos. No solo todavìa estaba vivo, sino que los anàlisis no dejaban lugar a dudas: su enfermedad estaba regrediendo. Bach descubriò asì, a costa de sì mismo, que la energìa producida por una gran pasiòn era capaz de vencer qualquier negatividad. Fué asì que aquella que se habìa presentado como una tragedia, se volviò el punto de partida para sus nuevas y fundamentales investigaciones, que lo habrìan llevado, anos después, a la identificaciòn de sus "remedios": las hoy famosas Flores de Bach, que cada una, con su propia identidad, apunta a restituir energìa al cuerpo y a la mente.
Gracias a la Homeopatìa, Bach consiguiò sitematizar sus propios descubrimientos, llegando, junto a su colega Paterson, a la preparaciòn de nuevas vacunas, llamadas "nosodos", que aùn hoy se aplican homeopàticamente, sobre todo en la cura de algunas enfermedades crònicas.

Bach recomenzò su investigaciòn y la concluyò en 1935, con la identificaciòn de 38 remedios que aùn hoy forman la estructura de su método de cura. Al mismo tiempo se ocupò de divulgar lo que habìa descubierto. Tratò de ensenarlo a sus colegas, y èsto le procurò no pocos problemas con los representantes màs conservadores de la clase médica. Tal vez fue por ello que pidiò ser cancelado de la Orden de los Médicos, declarando que querìa ser considerado solo un herboristero.

Muriò durante el sueno, en su casa de Mount Vernon, en el Sussex, hoy sede del Bach Centre. Era el 27 de noviembre de 1936, habìan transcurrido 19 anos desde aquel diagnòstico de la medicina oficial, que le habìa dado 3 meses de vida.

Edward Bach nos deja un método que luego de màs de sesenta anos sigue difundiéndose y desarrollàndose, y 3 simples libros: "Cùrate a ti mismo", "Los doce curadores", y "Lìbrate a tì mismo", que son todavìa capaces de iluminar nuestra vida.

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