No te ciegues...(y tendras vision)

martes, 15 de mayo de 2007

Terapia Craneo - Sacra


Tiene su ciencia
Este método posee sus fundamentos científicos. Su historia se inició en 1975 cuando el médico y osteópata John Upledger asistía a un neurocirujano en la remoción de una placa de calcio de la superficie de la médula espinal de un paciente de 65 años. Allí advirtió un movimiento rítmico, tanto en la vértebra que sostenía como en la membrana que recubría la médula espinal del paciente, que no tenía nada que ver con el ritmo cardíaco ni con el respiratorio.

Esta observación, junto con el hallazgo del doctor William Sutherland -quien advirtió que las suturas del cráneo sí tenían movimiento, aún en la adultez-, condujeron a Upledger a realizar una serie de experimentaciones, tras las cuales planteó la existencia de un ritmo inherente al flujo del líquido cefalorraquídeo, que bautizó con el nombre de cráneo-sacral.

El sistema cráneo-sacral abarca, además del cerebro, todas las membranas intercraneales o meninges que recubren y protegen el cerebro y la médula espinal hasta el cóccix en el sacro, e integra un sistema hidráulico semi-cerrado por donde circula el líquido cefalorraquídeo, el cual sube y baja desde el cerebro hasta la médula espinal y viceversa, con unos ciclos determinados; éste es el ritmo cráneo-sacral. “Se me parece a una ostra que se abre y se cierra dentro del mar, así como el movimiento de las anémonas y plantas marinas en los arrecifes coralinos que uno aprecia cuando se está buceando”, dice Vici.

Un desequilibrio en este sistema puede afectar negativamente el sistema nervioso
central, lo cual puede dar como resultado una alteración a nivel sensorial, motor o neurológico. Por ello, al estimular de una manera muy sutil las membranas intercraneales, se está ayudando a movilizar y equilibrar al organismo en general: “Aplicando apenas tres gramos de presión se logra una liberación. Es como volver a ajustar el rompecabezas craneal en su lugar y de esta manera se ayuda a reorganizar todo el organismo estimulando los sistemas circulatorio, linfático y hormonal, pues tanto la hipófisis como la pituitaria se encuentran situadas dentro de la bóveda craneal y se benefician de esta irrigación renovada del líquido cefalorraquídeo”.

“La premisa -prosigue Vici- es por qué usar fuerza y una presión excesiva cuando con un toque sutil y cálido se pueden liberar las restricciones del organismo. Si ya el cuerpo tiene una contractura o un dolor, es más probable que se oponga si sabe que va a ser tocado con fuerza; en cambio, si el paciente sabe que el terapeuta lo va a tratar como si fuera un bebé recién nacido, la persona no se previene y se entrega a la terapia con confianza y sin ofrecer resistencia”. Y así obtiene una profunda relajación.

Explica que al tiempo de ser una terapia con base científica es un método que utiliza el trabajo energético, pues procura en cada sesión potenciar y dirigir la energía propia del organismo. “Ahora bien, el terapeuta cráneo-sacral es simplemente un facilitador que busca fortalecer la habilidad del propio cuerpo del paciente para aliviarse ayudándolo a responsabilizarse a fin de que tome conciencia y parte en su proceso de mejoría. El cuerpo tiene la posibilidad de autocurarse, en armonía con los principios de la homeopatía. El terapeuta ayuda al cuerpo a reorganizarse, a volver a su equilibrio natural, pero es fundamental la responsabilidad del propio paciente, quien debe tomar parte por su propio proceso para continuar con esa mejoría que sentirá tras la terapia”. l

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